domingo, 23 de enero de 2011

Bienvenida

Mister MDU Martín Andrade Muñoz
Mi más cordial bienvenida y más sentido pésame, acaba usted de ser nombrado director del zombie Instituto Cultural de Aguascalientes (muerto en vida) pero no se preocupe, el noventa por ciento de la población piensa que la Banda El Recodo en el teatro del pueblo es cultura  y el restante diez por ciento,  pues ya sabemos que a los directores del ICA les preocupa acrecentar su pinacoteca personal, así es que pásesela bien, total, ya sabemos que en Aguascalientes lo normal es que nadie haga nada.

En México, la educació no existe



Habrá  qué decir que lo único que nos salvaría del caos es  la educación.  Ya lo decía Arreola ¿Qué otra cosa es el hombre sino conciencia de sí mismo? Una conciencia que se analice a sí misma, que procure no repetir los errores del pasado y prevea los del futuro. Una síntesis humana de los todos los silogismos del proceso más adecuado entre el nacer y el  morir. Es decir, una vida propiamente dicha, más humana, pues la educación es el camino y el fin en sí misma, aunque parezca paradójico, que nos vuelve plenamente eficaces, no solamente para un desenvolvimiento profesional sino social y personal. Pero cuántos de nosotros nos hemos dado cuenta de esto. Nos quejamos de que la educación en México es mala, no, no es mala, simplemente no existe.
                Los gobernantes en nuestro país, y mucho más ahora que se acercan las elecciones, han hablado hasta el hartazgo del proceso educativo en México, desgraciadamente, son ellos mismo quienes le ponen freno no permitiendo que la educación pública sea eso y no un circo donde tanto profesores incapaces (recordemos que el setenta y cinco por ciento de nuestros profesores normalistas reprobaron el examen de conocimientos realizado durante el 2009) como alumnos ávidos de videojuegos y futbol y padres de familia que consideran que mandar a sus hijos a las escuelas oficiales les proporcionarán un título (y con eso les basta) con el cual dejarán de ocupar un lugar en la clase proletaria, donde se debaten lanzando piedras a las cuotas anuales y a la enciclomedia que nadie ocupa porque nadie sabe usarla y a las profesoras cargadas de años que ya no soportan  al tumulto de párvulos y prefieren poblar el aire del salón de aromas a gorditas y los escritorios de coca colas bien frías y las carteras con exorbitantes cheques de aguinaldo. Dejémonos de discursos patrios. Los mexicanos no tenemos educación porque la detestamos.
                Así de simple es escribirlo. El proceso que la Real Academia de la Lengua define como Cortesía, urbanidad; Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes, es un cadáver putrefacto que deambula por las calles  que adultos y niños se encargan de infestar de basura arrojada por las ventanillas del transporte urbano. El mexicano detesta la educación porque le parece innecesaria, imposible de poseer, absurda e inútil. Y los adultos nos hemos dedicado a creer que las aulas son lo suficientemente poderosas como para proveerle al joven  y al niño de eso que sí creemos necesario: un empleo. Un empleo además, que  nuestros gobernantes (ellos sí, educados en Harvard y en Oxford) sueñan peor pagado y aceptado por los maquiladores del futuro. Fuera la literatura y la historia de las aulas en la nueva reforma educativa, porque a quién le importan Vasconcelos y Juárez si te esperan ocho horas ensamblando piezas en una línea de producción, estibando cajas en un almacén o frente a la caja registradora con  horas extras pagadas al triple en empresas transnacionales (porque mexicanas no existen, claro) y a las cuales les importa mucho más que sepas mal hablar inglés o japonés aunque no sepas qué es un subjuntivo, porque ese es el tiempo en el cual se expresan los deseos. Benditas fiestas patrias pasadas de una nación donde se leen pocos libros y menos aún se comprenden.
                Y dejemos los futuros empleos tan sonados y prometidos en la presente administración y adentrémonos un poco en la educación privada; grandes corporaciones cuyo lema tan aprendido de “el cliente siempre tiene la razón” nos han escupido a la cara jóvenes que deletrean en lugar de leer, que golpean al profesor con los puños cargados de ínfulas de clasemedieros a los que les alcanza el cheque para pagarle a cierta clase de profesores titulados con promedios mediocres y comprar el certificado más falso porque son clientes que saben sus derechos mercantiles y exigen el resultado de años de quincenas entregadas sin demora y de uniformes bien planchados. Estamos hechos de recuerdos, ya lo dijeron mejor que yo. Pero el mexicano no recuerda su historia, porque no la sabe. Prueba de ello son los setenta años de dictadura postrrevolucionaria de un partido  de centro derecha que desarrolló el proyecto educativo de la nación y a su vez, promovió a uno de los sindicatos más fuertes del país, el de los maestros, utilizándolo como parte de su arsenal político en contra del pueblo, cuando, se supone, su tarea era velar por los intereses de quienes estaban educando  a las tan valoradas futuras generaciones. Sindicato que está proveyéndonos de cantidades industriales de profesionistas sin vocación y sin aptitudes porque lo que buscan es un sueldo que les garantice cuarenta años de entrega sin medida a  una empresa que los jubilará con un pago raquítico cuando ya no puedan disfrutar de su tiempo libre. Sindicalizados y servidores públicos que no pasaron ni siquiera por las aulas universitarias y ahora están trabajando para una sociedad a la cual no saben servir ni comprenden porque su vocación está en otro campo, en el artístico, en el deportivo, en cualquiera, menos en el que se encuentran, sin embargo, para eso también es necesaria la educación. Mexicanos, viva el lugar común, tenemos a los gobernantes y a los servidores que nos merecemos.
                Volveré una vez más a la frase del maestro Arreola que decía oportunamente que nunca una organización política, ni siquiera educativa, puede modificar o  hacer progresar a la humanidad y estoy de acuerdo. El progreso es personal. Si no conocemos el significado integral de la educación es porque cada uno de nosotros, como individuos, hemos dejado correr las oportunidades sin voltear siquiera a verlas. Las culpas ajenas no deben importarnos, es cierto que están latentes y nos afectan, sin embargo, la conciencia educativa debe formar parte de nuestro deber y poder ser. Démonos cabal cuenta de que ni los profesores y profesoras, instituciones y gobiernos podrán hacer por nosotros lo que nosotros mismos debemos cumplir como un deber humano.  Debemos ser agresivos y revolucionarios, inquisidores y rebeldes; solamente un hombre educado es consciente de sí y de su entorno, y actúa en consecuencia para mejorarlo.
                Tema trillado y panfletario, digno de los discursos masivos de campaña, de tertulias de sobremesa. Gastado y hecho a un lado por los intelectuales de moda. Mejor ir al cine a ver la película de moda que hablar de la educación en México, total, no existe.

Poema de la semana

Achilles (for David Beckham)

Myth's river- where his mother dipped him, fished him, a slippery golden boyflowed on, his name on its lips. Without him, it was prophesised,
they would not take Troy.
Women hid him, concealed him in girls' sarongs; days of sweetmeats, spices, silver songs...
but when Odysseus came,
with an athlete's build, a sword and a shield, he followed him to the battlefield, the crowd's roar,
and it was sport, not war,
his charmed foot on the ball...
but then his heel, his heel, his heel...

Manifiesto AK-47

En este país, donde la violencia, el crimen y el narcotráfico se han vuelto lo cotidiano y lo normal, la Literatura y el arte  se han convertido en rebeldía y en la única arma en contra de la realidad. Bienvenidos.